miércoles, 25 de noviembre de 2009

CXCIII: Del cable a la escena

La lámpara convierte los vatios eléctricos con que la alimentamos en potencia luminosa que se llama flujo y se mide en lumen. La lámpara convierte los vatios en lumen. Cada lámpara tiene un factor de conversión que es más o menos constante y característico. A este factor le llamamos rendimiento fotométrico y nos dice cuantos lumen de luz conseguimos por cada vatio eléctrico.
Pero la lámpara emite luz en todas las direcciones y solo una parte de esa luz llega a la escena. Por tanto solo una parte de la luz generada es útil. Si ponemos un espejo detrás de la lámpara reflejamos hacia delante la luz que antes perdíamos. Si el espejo es curvo además de reflejar la luz hacia delante la concentramos. Por tanto el foco convierte el flujo en intensidad. Si la lámpara emite rayos de luz el foco los reúne en un haz. El foco convierte el flujo en intensidad, los lumen en candelas. Cada foco produce una cierta cantidad de candelas por cada lumen que emite la lámpara. Vamos a llamar a este factor factor de conversión fotométrico. Los valores típicos de conversión para focos fresnel son de 0,4 a 6 candelas por cada lumen.
Si la luz que sale del reflector se abre con una dirección marcada para los rayos, sin que estos se crucen, podemos suponer que sigue la ley de inversa de los cuadrados. Por tanto el haz de luz se abre al alejarse del foco. Si el foco apuntado hacia abajo deja una mancha de luz de cierto tamaño cuando está a un metro de altura, a dos metros produce una mancha cuatro veces mayor y a tres metros, ocho veces mayor. Al doblar la distancia, la mancha tiene una superficie cuatro veces mayor. Pero la cantidad de luz, la energía luminosa, es la misma, por tanto a cada centímetro de la mancha le toca menos flujo. A esta relación entre la luz que llega a una superficie y el tamaño de esta la llamamos iluminancia y se mide en lux. La manera de calcularlos es simple: una intensidad de 1cd produce 1lx a 1m. Solo hay que dividir la intensidad (las candelas) entre el cuadrado de la distancia. Es decir, dividir la intensidad entre la distancia en metros y el resultado volver a dividirlo por la distancia.
Así la lámpara convierte los vatios en lumen mediante el rendimiento fotométrico, el foco convierte los lumen producidos por la lámpara en candelas, la distancia del foco a la escena convierte las candelas producidas por el foco en lux.
La luz que llega a la escena se refleja en ella y alcanza la cámara, penetra a través del objetivo y produce una segunda iluminancia sobre el plano de la película. El diafragma es como una ventana que controla la cantidad de luz que deja pasar. La cantidad de energía luminosa (flujo) que se refleja en las figuras de la escena es proporcional a la capacidad de estos cuerpos para reflejar la luz y esta capacidad (“factor de reflexión”) es constante para un material dado, por lo que al final la cantidad de luz que llega a la película está moldeada por los tonos de la escena. La escena recibe una luz uniforme (iluminancia, lux) y la refleja hacia la cámara. Por tanto la iluminancia en la escena produce la exposición que se controla con el diafragma. De manera que podemos hacer una relación entre la luz que llega a la escena y el diafragma ajustado en la cámara. La relación es esta: la iluminancia en la escena es proporcional al cuadrado del diafragma e inversamente proporcional a la sensibilidad del material fotográfico e inversamente proporcional nuevamente al tiempo de obturación empleado. El factor de proporcionalidad es 270. Es decir: para saber los lux necesarios para fotografiar con un diafragma determinado multiplicamos 270 por el diafragma, lo volvemos a multiplicar, lo dividimos por la sensibilidad ASA y lo volvemos a dividir por el tiempo de obturación.

No hay comentarios: