miércoles, 29 de abril de 2009

CLXXI:: Variables visuales arquitectónicas

Según Sainz las variables de la obra arquitectónica son:

  1. Línea

  2. Estructura

  3. Rugosidad

  4. Luces y sombras

Para dar cuenta de la obra ajena deberíamos centrarnos en el estudio de estas variables, en la manera particular en que el arquitecto trabaja con ellas. En la medida en que nos acerquemos a ellas estaremos siendo más fieles a la transmisión de las ideas del autor original. Recordemos que, en cierto modo, la fotografía (la ilustración representativa en general) puede verse como un medio para traducir las variables visuales de la escena a las variables gráficas de la ilustración.

La línea no existe en la realidad más que como intersección de superficies. No obstante en la ilustración si que puede existir la línea. Sobre el papel esta existe tanto como intersección de superficies como arañazo, trazo dejado por el medio de escritura. La dirección de la línea en la escena suele ser predominantemente vertical u horizontal. Visualmente las lineas fugan debido a las leyes de la proyección de la perspectiva (o mejor dicho, las leyes existen porque explican lo que sucede al mirar). Por tanto una de los puntos que debemos cuidar al fotografiar es la de mantener la impresión general de las disposición de las líneas. Fundamentalmente: que las verticales aparezcan verticales y no fuguen, que las horizontales no parezcan inclinadas y se mantengan con la fuga que el ojo interpreta, no con la que el ojo ve.

Expliquemos esto: la visión trabaja sobre los visto, pero no nos da una lectura fiel de lo que el ojo ve. Por ejemplo, el ojo forma una imagen distorsionada circularmente, bocabajo y más nítida en el centro que en los bordes. Sin embargo no es esto lo que vemos. Cuando miramos una calle vemos las verticales como verticales. Cuando inclinamos la mirada hacia arriba para mirar las azoteas las verticales fugan, pero mentalmente seguimos viéndolas verticales. Si inclinamos la cámara hacia arriba sobre la copia no podremos saber si las paredes están inclinadas o si se trata de verticales fugadas.

La estructura habla de la modularidad del edificio. A menudo podemos estudiar una obra arquitectónica como un conjunto de módulos que se repiten y modifican para agruparse en la construcción más general que es el edificio. Buena parte de nuestro trabajo como fotógrafos consistirá en dar cuenta de esta estructura. Para conseguirlo, nuestra herramienta es la adecuada elección del punto de vista y del ángulo de visión. Lo que denominamos, más adelante, la estación fotográfica. Sobre la copia fotográfica la estructura solo puede aparecer plana y para mostrarla necesitamos recurrir a los efectos de la perspectiva lineal y aérea.

Un aspecto de la estructura que conviene respetar es la de mantener la visión de las proporciones de la obra arquitectónica. Las proporciones no suelen dejarse a la causalidad, sino que a menudo se mantienen dentro de un programa creativo que, en buena práctica, deberíamos respetar en nuestras fotos. La manera de mantener la visión de estas proporciones consiste en evitar las distorsiones. Estas distorsiones tienen dos orígenes: las ópticas y las perspectivas. Las distorsiones ópticas nacen del comportamiento de las lentes. Principalmente, las aberraciones de barrilete y cojín que convierten las rectas en curvas. Este tipo de distorsiones son típicas de los objetivos angulares, precisamente los de mayor uso en este género fotográfico. Un objetivo angular sin distorsiones es caro de producir y más caro de adquirir.

Las distorsiones perspectivas consisten principalmente en la defectuosa apreciación de las proporciones que aparecen cuando se eligen puntos de vista inclinados. Inclinar la cámara no solo produce la fuga antinatural de las verticales, además cambia la representación de las proporciones. Dentro de estas distorsiones no deberíamos incluir nunca la expansión o compresión de la profundidad, ya que estas no son distorsiones, sino características de la visión.

La rugosidad habla de la materia con que está construido el edificio. La rugosidad es lo que en otras notas de fotografía hemos llamado textura. Para su representación debemos contar con la iluminación conjugada con la posición de la cámara. La perspectiva lineal tiene poco que decir para hablar de la textura.

Luces y sombras son tanto elementos adyacentes a la obra arquitectónica como constructivos. Durante un tiempo se habló incluso de una arquitectura de las sombras (siglo XVIII y XIX) en las que la luz y las sombras producidas por ella se manifiestas como elementos visuales de la obra arquitectónica tan importantes como la estructura o el espacio. Por tanto hay que preguntarse hasta qué punto el juego de luces y sombras del edificio, la ubicación de las aberturas, la orientación del edificio y la posición del sol forman parte de los planteamientos que el autor hizo al concebir su obra. Si determináramos que la luz juega un papel como parte de la obra deberíamos respetar las soluciones tomadas en su realización no actuando en su contra. Principalmente: respetando la calidad de la luz, su distribución y el ambiente que crea. El principal problema estriba en que los ojos ven de una manera muy diferente de la manera en que lo hace la cámara. Buena parte de nuestro trabajo como fotógrafos consiste en conseguir que la fotografía muestro no lo que la cámara ve, sino lo que ve el ojo. Para ello desarrollamos una iluminación de refuerzo que añada y modifique lo mínimo indispensable el ambiente luminoso del edificio para acercar lo que fotografiamos a lo que queremos fotografiar. Para acercar la obra fotográfica de la obra arquitectónica a la obra arquitectónica.

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